Conocerse es apasionante y se trata de un descubrimiento que lleva toda una vida. Al tomar conciencia de nuestras emociones, evaluamos las situaciones con más objetividad y podemos tomar decisiones más inteligentes.
La realidad es un complejo entramado de percepciones, moldeadas por nuestras limitaciones sensoriales y cognitivas.
Nuestras percepciones, aunque son nuestra ventana al mundo, están inevitablemente sesgadas por nuestras experiencias pasadas, creencias y contextos individuales.
«¿Qué sabe el pez del agua donde nada toda su vida?»
Es una reflexión atribuida al poeta y dramaturgo español Antonio Machado.
Es una metáfora que sugiere la falta de conciencia de ciertas realidades cuando Éstas son tan inherentes y constantes en nuestras vidas que no las cuestionamos o incluso las percibimos.
En el contexto filosófico, esta cita de Machado puede interpretarse como una invitación a la reflexión sobre nuestras propias percepciones y limitaciones en la comprensión de la realidad que nos rodea.
Reconocer éstas limitaciones nos invita a una comprensión más profunda de la realidad y nos desafía a buscar la verdad más allá de nuestras propias perspectivas.
Tal como afirma la novelista italiana y documentalista científica Susanna Tamaro,
«nuestro corazón es como la Tierra, que tiene una parte en luz y otra en sombras. Descender para conocerlo bien es muy difícil, muy doloroso».
Todos hemos proyectado alguna vez nuestros problemas hacia el exterior, echando la culpa a otros en vez de aceptar nuestros errores.
Pero, como dijo Friedrich Schiller,
«si quieres conocerte, observa la conducta de los demás; si quieres conocer a los demás, mira en tu propio corazón».
Para conocer a los demás, que son nuestro espejo, podemos recurrir a la biblioterapia o a la cineterapia. A través de historias en las que nos veremos reflejados, entenderemos nuestras experiencias sin sufrirlas en primera persona.
Como señala Bronnie Ware en Los cinco mandamientos para tener una vida plena, la gente siempre dice:
«Ojalá hubiera tenido el coraje de hacer lo que realmente quería hacer y no lo que los otros esperaban que hiciera».
Por eso merece la pena dejar el miedo a un lado y sondear nuestro corazón, aprendiendo del agua en la que nadamos toda nuestra vida.
«Vemos las cosas no como son, sino como somos nosotros»
– Anaïs Nin
No es otra cosa que, el hecho de que nuestras percepciones moldean nuestra realidad; cada mirada es única, coloreada por nuestras experiencias, emociones y creencias.
Nuestra percepción del mundo está inevitablemente filtrada por nuestras experiencias, creencias y emociones individuales. No siempre vemos la realidad objetiva, sino una interpretación subjetiva influenciada por nuestra propia naturaleza.
Para mejorar nuestra percepción y ver las cosas de manera más objetiva, es útil practicar la empatía, estar abiertos a nuevas perspectivas y cuestionar nuestros propios prejuicios.
La reflexión personal, la educación continua y el diálogo con personas de diferentes trasfondos pueden ayudarnos a ampliar nuestra comprensión del mundo y a ver las cosas desde múltiples ángulos.
Además, cultivar la conciencia plena o mindfulness puede ayudarnos a estar más presentes en el momento y a observar nuestras reacciones sin dejarnos llevar por ellas de manera automática.
Explorando la Realidad más allá de nuestras percepciones
Bibliografía:
Allan Percy. 2013. “Einstein para despistados”.
Alcaide H, F. 2018. Aprendiendo de los mejores 2